EcoNegocios

Café y cacao: ¿Directo al grano con el progreso?

Empezamos este especial que tendrá como eje el cacao de Madre de Dios con este interesante artículo escrito por Rodrigo Hacha publicado en  el website de Semana Económica.

Se trata de una visión amplia, que toca aspectos ajenos a nuestro enfoque de intervención pero también otros que sí lo son, como aquel que nos habla sobre el éxito de la organización cooperativista para la producción de café y cacao.

Una oportunidad excelente para entrar en calor en este tema y visualizar su más amplio alcance nacional.

«Posiblemente, mientras dedica su sentido de la vista a leer estas líneas, su olfato esté distraído por el aroma del café que rutinariamente reposa sobre su escritorio o aún saboree los últimos rezagos de la barra de chocolate que ingirió hace unos minutos. Pero posiblemente, mientras lo haga también se sumergirá más allá de su taza y dé una mirada al esquema productivo detrás de la siembra y cosecha de cada grano también suceda lo mismo con esa especie de sexto sentido que los responsables de la política económica y productiva deben impartir: el de la eficiencia.

¿Qué hacer para optimizar la estructura bajo la cual alrededor de un millón de productores —según cifras de la OIT— minifundistas se organiza para para cultivar los cafetales y cacaotales que abastecen a los distintos mercados del mundo? No es difícil imaginarse que con su escala actual (fundos dos a tres ha en promedio) obtener financiamiento para mejorar la productividad y negociar con los compradores les puede ser difícil conseguir las mejores condiciones. Tampoco es fácil sacarse de la cabeza el concepto de las cooperativas como las organizaciones de del círculo verde con dos arbolitos amarillos retrasadas en tecnología y con un uso ineficiente de la tierra (para una mayor profundización al respecto, revisar el siguiente documento de trabajo de la OIT), en contraste con el éxito de cooperativas agrícolas estadounidenses como la citrícola Sunkist.

No obstante, junto con el banano orgánico, el café y el cacao son, mal que bien, los tres únicos cultivos en los que el sistema cooperativista ha tenido cierta funcionalidad y ha permitido colocar productos de alta calidad en los mercados más apropiados. Los tres coinciden en la estructura minifundista y en el apoyo de ciertas certificaciones como “orgánico”, “comercio justo” y “kosher” que los determinan como productos de alto valor.

A pesar de haber traído cierta prosperidad y haber logrado disparar las exportaciones de ambos productos desde el Perú, un aumento de la productividad permitirá que los agricultores puedan percibir mejores ingresos. El crecimiento hasta ahora registrado ha sido producto de la expansión de la frontera agrícola, impulsado en gran parte por los programas de erradicación de cultivos de coca de la mano de uno de sus principales aliados: la cooperación internacional. Por otro lado, una mejor formación en aspectos comerciales y económicos permitiría planificar el volumen y la distribución según variedad en función a la demanda. Aunque pueda interpretarse como un visión asistencialista, para muchos la intervención del Estado en el financiamiento es fundamental, bajo el argumento de que al sector privado no le es rentable entrar a tierras de propiedad atomizada y ya en producción, cuando la agricultura moderna de la costa logró avanzar a costa de tierras eriazas y con propiedades de grandes extensiones. Dicho sea de paso, la demarcación de la propiedad también fue otro aspecto que las fuentes consultadas para la investigación del último artículo de portada de Semana Económica (SE 1337) consideraron como fundamental para el desarrollo de la agricultura en la ceja de selva.

¿Cuán lejos estará el Perú de tener un aprovechamiento similar al que Colombia tiene con su Federación Nacional de Cafeteros? Una ceja de selva de más de 2,000 km de longitud con muchas tierras vírgenes para ser aprovechadas en cultivos orgánicos, así como una demanda creciente por el cacao y stocks ajustados de café tal vez tengan la respuesta.»

Continuamos mañana llevandote a Punkiri Chico, un pequeño y aislado pueblo minero que empieza a ver al cacao como una alternativa.

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