EcoNegocios

Todos a una: Cooperativas

Para quienes están alrededor de los 35 años y nacieron en zonas urbanas, el término Cooperativa está asociado a dos cosas: al símbolo de los dos pinos que adorna esta nota y a la dictadura militar de Velasco que, dentro de sus políticas socioeconómicas, promovió este sistema.

Por eso mismo, muchos las tienden a ver como cosa del pasado. Como si se tratara de un sistema obsoleto con escasa relevancia en estas épocas. Nada más falso y ajeno a la realidad.

Las cooperativas existen en el mundo, como tales, desde 1844 cuando un grupo de obreros ingleses decidió organizarse legalmente bajo esta modalidad creando una cooperativa de consumo -en su caso un almacén-.

Años después, en 1895, nació la Alianza Cooperativa Internacional, organización que promueve el sistema en el mundo y perdura hasta la actualidad. Es también a fines del siglo XIX que el sistema arriba a nuestras costas e inicia su difusión a través de las múltiples modalidades que ofrece. Así hasta llegar al 2012, año que la ONU declara como el Año Internacional de las Cooperativas demostrando su vigencia. Ni más ni menos.

Estas organizaciones son, sintetizando, instituciones colectivas que buscan un beneficio común para sus integrantes. Están formadas por socios voluntarios que realizan algún tipo de aporte y que tienen como órgano de gobierno una asamblea.

A diferencia de las Asociaciones, otra modalidad de organización colectiva, las cooperativas, aunque no tienen fines de lucro per se -es decir la organización no acumula capital para si misma-, sí reparten sus excedentes entre sus socios ya que su finalidad,  por regla general, es económica. Las asociaciones no lo hacen.

Este fin económico es el que ha propiciado que en algunos sectores el sistema de cooperativas se haya afianzado enormemente. La agricultura es uno de ellos –las denominadas Cooperativas Agrarias- y dentro de esta hay tipos de productos que se han adaptado mejor que otros.

Es el caso del café y el cacao que son cultivos con procesamiento post cosecha de corte agroindustrial que le dan mucho valor agregado al producto final. Procesos, por cierto, que poseen costos elevados.

Gracias a los servicios que puede dar  una cooperativa, valga la redundancia, de servicios agrícolas, los costos para estos procesos disminuyen para cada productor-socio. Aumenta  así la calidad del producto final y mejora, detalle muy importante, la capacidad de negociación, pues esta se hace en bloque ante el comprador ya que se reúne la producción de los asociados, generalmente minifundistas que de otra manera estarían en desventaja.

De esta manera el sistema resulta en un mayor beneficio individual para cada integrante lo cual es su objetivo, algo que  ya había resaltado el artículo de Semana Económica que republicamos en nuestro especial de hace unas semanas.

En nuestro país existen cerca de 1700 cooperativas que, en conjunto, atienden a medio millón de socios. De este universo existe una cooperativa en Madre de Dios dedicada a facilitar la producción de cacao. Es la Cooperativa de Productores Agrarios Cacaoteros de Madre de Dios – COPACMAD- que nació a la luz del proyecto Cacao del Programa de Econegocios de iSur y que coejecuta Central Café & Cacao.

Ellos estuvieron hace unos días en Expoalimentaria 2012 en Lima, para luego hacer un periplo por el Huallaga como parte de una pasantía que visitó experiencias cooperativas cacaoteras en Tingo María (Huánuco) y la Región San Martín.

Lo que vieron, tanto en procesamiento industrial como en producto final, no es un espejismo o un sueño. Es su futuro. Un futuro compartido en el que todos apuestan y del que todos pueden ganar. El futuro de Madre de Dios.

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